Inspiradores Ars 

Según Victoria Birabén

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Caminando la existencia, de a poco la mente comienza a serenarse y lo cerebral se apacigua. A la par, el corazón desde su misterio comienza a descubrir detalles en los que hasta el momento no había reparado. Todo sugiere que los sentidos imprevisiblemente han girado provocando que nuestra aptitud comprensiva se envuelva en una dimensión nueva.

Todo es más amplio, y a la vez, más íntimo y propio. Una espontánea claridad desiderativa señala el sentido de los rumbos, y algo, si se quiere beatífico, mueve hasta la más mínima de las quietudes orientándolas hacia una plenitud sin artículos que la condicionen…

Siembra y florecimiento en un solo acto, el mundo deja su antigua piel, se evanescen las barreras limitantes, y delante del alma el instinto y la razón abrevan, en hermandad, juntos, uno del otro.

Así ocurre a veces, y cuando tal circunstancia acontece, surge espontáneamente una pregunta: ¿Cómo llamar a un momento de este calibre, en qué encuadre ubicarlo?

Todo parecería indicar que tales circunstancias guardan vínculo directo con la inspiración.

La inspiración, accionada desde distintos ángulos por agentes de muy variadas dimensiones, resulta una vivencia peculiarmente inolvidable. Experimentar inspiración moviliza y perturba de tal manera a nuestro ser, que pretender ignorar los cambios producidos resultaría un sinsentido, una ineficaz e improductiva necedad.

La inspiración, sin excepción  alguna, nos ubica en umbrales de privada sacralidad, los cuales al ser cruzados reclamaran por el sostén del portento nacido.

Ars Unitas, VerboMagno, Fatara, todos ellos remiten en sí mismos a un universo de inspiradores en permanente evolución.